Ustedes, los
niños, le dan sentido a lo que los adultos hacemos. Ustedes son esperanza y
trabajar por su bienestar es asegurarnos un futuro mejor.
Hoy, además
de celebrar a todos los pequeños a lo grande, también debemos aprovechar para
reflexionar: que las niñas y los niños sepan que se encuentran en un periodo de
vida privilegiado, pues comienzan un camino mágico cuyo destino es encontrarse
a sí mismos, como personas llenas de potencial, de emociones -sonrisas y
llantos incluidos- y descubrir el mundo y lo que pueden hacer para mejorarlo.
La
responsabilidad que tenemos los adultos es crear un entorno para que ustedes
crezcan seguros, con la posibilidad de escoger su proyecto de vida y
alcanzarlo. Nosotros, los adultos, tenemos la obligación de trabajar para
asegurar que cada niño pueda ejercer sus derechos, como el de aprender, estudiar,
tener una familia, un nombre o el de jugar en la calle sin miedo.